Entre muchos iguales.

Otra vez desesperó al encontrarse una nueva mañana en el mismo lugar.




Se repitió tres veces que no debía, no debía, no debía opacarse con el pasado.



No tenia que arrepentirse eso le enseñaron, y sabía muy bien que ya él no significaba nada, ni para ella, ni para nadie.



Otra vez se encontraba tratando de entender la simbiosis sentimental, el paradigma de los diversos cuerpos y la no reciprocidad. De nuevo una lágrima se le asomaba cuando caía alguna fotografía.



Allí estaba estanco y programando la secuencia de hechos, personas y lugares diferentes que debería ocupar para cumplir la serie de objetivos. Planeaba y se repetía:



No ser impermeable al presente.



No pedir a gritos que vuelva.



No dirigir los sueños hacia aquel lugar.



No recordarlos.



Después de unos días, sale a caminar, porque ya no le importa, porque todo ese asunto ya no tiene sentido, ya lo entendió.



Así pues, se besa con un par de mujeres, estudia, bebe con amigos, trabaja algunas horas a la semana. Y cuando al fin cree que lo está logrando, levanta su copa y dice:



Que fácil olvidan,



¿Cómo pueden?



¿Cómo hacen?

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