Cuento sin final nº18

Me atrevo a escribirte de esta manera todo lo que mis labios no se animan a decir,
en un poema sin límites de cordura y sin censuras,
es simplemente así:

Es lujuria acumulada.
Es euforia irritada que me suspende el pecho y me aprisiona en sus entrañas.
Es deseo temido, son ganas nefastas.

Te escribo...pues mi intención es hacerte el amor con mis palabras,
es tocarte el pecho con vocales y suspirarte con puntos suspensivos mis verdades.
Es entregarte en cada oración un beso desaforado
y ofrecerte en cada coma una parte de este cuerpo apasionado.
Es gritarte que me toques en cada tilde y que me esperes en la segunda estrofa.
Es implorarte con la ortografía que me seduzcas,
y no me dejes nunca sin haber robado tus labios cada mañana.

Te escribo con metáforas pues mi vergüenza es estorbo
y mi voluntad vehemente ,insolente.


Te digo sin los labios lo que sé, esperas escuchar.
Igual me atrevo a escribirte cada noche...lo que nunca leerás.

Elixir biliar

Ella se dibuja en espejos, tiene la convicción de que la belleza es su dios.
Se idealiza y crea. Vive una historia paralela que le da algo de sentido a su mente esquiva.
Tiene una meta, un fin que requiere de esta exigente metamorfosis.
Se mira, se odia. Desea mil veces haber nacido en otro cuerpo. Se maldice mil veces más por no poderse controlar.
Tiene una guerra interna que marca su infelicidad, no lo demuestra.
Se disfraza de cuerda y se evita, todo el tiempo se evita.
Ella tiene un pecado capital: cada mordisco vital es un puñal a su dignidad, es un alimento asesino que le socava el cerebro.
No come. Intenta no comer, pero cuando cae en ese hecho vulgar se desata de sus cadenas mentales y engulle como si el mundo terminara mañana.
Luego de cada exabrupto la culpa invade capa parte de su cuerpo. Siente asco. Se mira en el espejo y se avergüenza. Asco. Se golpea. Se rasguña las piernas. Se perturba el rostro. Entonces introduce sus dedos en la garganta: los mete, los saca; una, dos, tres veces… hasta que al fin llega la primer arcada.
Vomita, siente como su estomago se contrae, siente como la culpa ahora semi sólida va atravesando su faringe. Vomita…hasta que el liquido amarillo le indica el final, como si la bilis fuera el elixir bendito que indica la conclusión de este ritual perpetuo.
Mira al inodoro, se siente limpia. Se siente libre. Se lava la cara y los dientes.

Ella se vuelve a mirar al espejo, se odia porque sabe… que seguirá repitiendo la escena hasta que algún día su cabeza logre por fin amar a su cuerpo.

Mr. Blind

Vi ese hombre que no se mostraba como era. Lo vi como es. Siempre lo creí completo. Su imagen resplandeciente había creado un espejo en mí.
El a veces lloraba en público eso me hacia sospechar, de que al igual que todos escondía un poso en el alma. Yo al igual que el, no lo quise ver.
En verdad hoy lo vi, así desnudo en la calle sin caretas que vestir. Desnudo entre la gente que lo desconoce, así como auténticamente es pero entre los nadies.
Lo vi, no me vio.
Se cruzó conmigo en la calle entre la gente. Me dí vuelta, me quede observando. No me vio, tenia un bastón (el que usan los ciegos).
Me quede como si el tiempo no pasara sentí mezcla de admiración y lástima... lo seguí con los ojos...
El iba rápido y derepente, un cantero de cemento hizo que cayera al piso y se viera tan vulnerable. Yo miraba....sentí angustia.
La gente pasaba y el en el piso tratando de levantarse...nadie parecía darse cuenta. Yo…a unos metros mirando. Entonces en el mismo momento en que veía esa escena yo debí decidir si ir, y ayudarlo… que el se avergüence de que alguien descubrió su ceguera sutil y por ende empujarlo a la desdicha temida de sentirse inferior...o acaso debería quedarme y ver como su orgullo lo levantaba del piso, se sacudía la ropa, escondía las lágrimas y seguía su camino… como si nada hubiese pasado, siempre actuó como si nada hubiera pasado.
Alguna vez lo había sospechado pero nunca advertí estar frente a un excelente simulador o gran disimulador.
Opte por la última opción , me quede ahí sin hacer nada.
...me sentía tan minimizada, no podía creer como había burlado la visión de los que ven. Comencé a pensar que quizás nunca lo había visto demasiado, me di cuenta de lo superficial que es conocer a los demás.
Sentí pena…lloré, sentí pena de mi y de tanto otros.
Rápidamente me sequé las lágrimas y seguí mi camino… como si nada hubiese pasado,

...sin que el sepa que ahora yo, soy testigo de su secreto más preciado.

(Y deseando que alguna vez me faltasen los ojos para poder conocer sin ver).