Solicitada de Raíz.

Los rayos del sol me abren los ojos, otro día que comienza. Llevo ya ochenta años amaneciendo de la misma forma, a veces los días son mas fríos, otras mas nublados.
Son muchos años los que llevo siendo testigo de las horas. Me conozco de memoria este terreno, he visto como han cambiado los pastizales. He sido público de la transformación del clima: cómo en ciertos periodos el agua ha asfixiado hermanos y animales, cómo con su grotesca furia acompañada por el viento han arrebatado raíces y lágrimas en los hombres. En fin, mis ojos estancados han aprendido del sobrevivir en conjunto.

He sido feliz, tengo que admitir: sentir como crecen en mi las ganas y la vida. Escuchar historias de niños. Convivir y dar hogar a otras especies. Ser cómplice del primer beso de dos adolescentes.
Pero por sobre todas las cosas, la experiencia intransferible de ser uno con todo. Si, de sentirme parte de algo magnífico, de colaborar y ser elemento infaltable de un proceso único. Yo dije que aprendí, descubrí el secreto universal. Soy uno de los seres que sabe el cómo, el por qué y el para qué de la vida; todos en el fondo lo sabemos....solo que ellos a veces no se dan cuenta.

Piensan que somos inertes: que no respiramos, no sentimos, no sufrimos. Ellos piensan que son los elegidos para saber esto que yo sé, ellos quieren constantemente la respuesta...y es tan simple…
Y es allí en el mismo punto donde encuentro mi felicidad donde también se encuentra mi gran dolor, lo que día a día a pesar de estos numerosos años me hace morir.

Es que no entienden, que estamos igual de vivos que ellos. Mis lágrimas inundan mi torso todas las noches. He visto morir a mis hermanos a causa de sus maquinas, he visto como mi tierra abundante hoy se redujo a una jardín de nomás doscientos metros. Mis entrañas gritan pero ellos no escuchan, mis raíces eternas quieren avisar… ¡avísenles por favor!…¡díganle que esta no es la forma!

Todas las mañanas los pájaros me relatan las atrocidades que sufre mi estirpe, ellos viajaban por el mundo y lo ven todo, me cuentan y también lloran: los hombres no entienden me dicen…
Y yo no puedo hacer más que sangrar mi savia dulce esa es mi señal, mi sangre vivificante que quiere gritarles: ¡es más simple brutos!

Es notable como cada año el oxigeno se reduce, la tierra me reclama no solo a mí sino a todos aquellos que tienen el don de sentirla. Late, late con fuerza y nos anuncia… plantas y animales escuchamos, y comprendemos: somos un todo y nos complementamos.

Mi tronco se endurece y ensancha con el paso del tiempo, pero no son los años, el manifiesta mi conciencia. Tengo ochenta años y voy a ser sincero no nací sabiéndolo, aprehendí. ¿Por qué ellos no pueden?

Ayúdenme por favor,
Firma: un árbol en nombre de todo SER, NO HUMANO.

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