El segundo intento.

Cerró la puerta con llave esta sería la segunda vez que Joaquín haría el intento, estaba en su habitación acostado mirando el techo. La pregunta giraba en su cabeza, no entendía como aquella vez no lo había logrado. Volvió a pensar lo de siempre: tal vez había sido una señal del destino, quizás el se estaba equivocando…como tantas veces, se replicó.
Estaba seguro constantemente, tenia la certeza la mayoría del tiempo. Sin embrago, al igual que la otra vez, una duda o el sutil miedo de la adrenalina lo invitaban a desistir.
Esta vez no fallaría. No había nadie en la casa: su madre estaba dando clases, su hermana había ido a la peluquería y su padre no estaba, nunca estuvo.
Había desconectado el teléfono, apagado el celular y cerrado la puerta con llave (ya no se olvidaría del detalle que la primera vez había atentado con el resultado).
Estoy listo se repetía.
Seguía mirando hacia arriba y se reprochaba como la vez anterior no se había percatado de aquella madera que cruzaba de un costado a otro el techo en pico de su habitación.
Recordaba a sus amigos, su familia. Aparecían flash en su mente de todos los momentos vividos. Se sentía aun más infeliz.
De nuevo apareció la escena pasada: todo había estado tan calculado, se repetía la misma situación. Joaquín en su pieza con la decisión en sus manos. El método fue diferente: consistió en preparar un coctel de pastillas que comenzó a activarse en su organismo (quedó inconciente durante unas horas), pero olvidó el detalle de cerrar la puerta con llave. Y he aquí, Joaquín luego de unos meses, preparando el segundo intento.
Buscó una sabana vieja. La anudó firmemente .Se subió a una silla. Traspasó la tela sobre la madera. Se la colocó en el cuello. Contó hasta diez y se largó.



Pasaron veinte lentos segundos. Abrió los ojos y allí estaba, igual de vivo que hace unas horas. Estaba colgado pero su respiración continuaba.
Es imposible describir todos los pensamientos que lo asechaban en ese momento. Estaba fuera de si, rogando para que este no sea otro intento fallido.
Golpearon la puerta, fue como si el aire y el tiempo se congelaran .Volvieron a golpear.
Como pudo se desato, se miró al espejo y tenia su cuello rojo, se puso una bufanda y abrió la puerta.
Era su madre que le traía un regalo de cumpleaños. Ella lo abrazaba y besaba, el contenía las lágrimas.
Implorándose a si mismo que el destino no lo castigue con un tercer intento vencido.

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