Ahora soy.

Una vez me invente un mundo así de falso como yo, donde los árboles estaban hechos de falacias y los hombres transpiraban hipocresía. Me creí que me importaba la gente e invente que ellos también sentían su sangre. Me fui creyendo benévolo, y así logré de cierta forma rara contener la repulsión, el desánimo, la violencia y las ganas no gratas. Me convertí en un tipo agradable, amistoso, sociable y con eso me fui manejando.

Pero si todos sabemos que las caretas son difíciles de sostener y es entonces cuando un día de esos, en los que falta un poco la motivación, o el esmero por querer ser; quizás el esfuerzo por encajar allí donde ni siquiera sabes si queres estar…o tal vez resurgen las ganas de mostrarte como sos y se pierde un poco el miedo a la aceptación, en ese momento justo…decís:

De llegar temprano me cansé, de dar el asiento y de esperar sentado también.
Comenzó a molestarme que me pidas la mitad de mi sándwich, que me mires excesivamente.
Tener que prestar y tener que agradar. Tener que sonreír.
Tener que hablar .Tener que hablar bien. Callarme y no poder insultar.
Me cansó escuchar tus boludeces y tus problemas existenciales, ¡boluda!.
No me gusta la gente en demasía. No me gusta gustar.
Me di cuenta que me desagradan la mayoría de mis amigos.
Ya lo dije pero igual : me aburre hablar. Ya no quiero hablar.
No te quiero consolar, porque sinceramente no me pongo en tu lugar.
No me gusta estar en familia. No me gusta compartir mucho con vos.
Ya no quiero aparentar, si me miran me da igual.
Me rió cuando buscas mi indulto, seguí refregandote por el piso : mi perdón nunca es de verdad.
Que mal me caen todos.
También tengo que admitir:
Me fascina que te equivoques. Me esmero por hacerte equivocar.
Me gusta tener las cosas que te faltan y hacértelas desear.
Me encanta mentirle a todos.
Simular simpatía cuando te veo y hablar a tus espaldas cuando volteas.
Lo mejor que me sale es rebajar.
No te quiero, yo me quiero.




Ahora soy. ¿Y qué?

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